Cuando naces comienzas a cagar formando una espiral de mierda que rodea todo lo que hay a tu alrededor,algunos días es más espesa que la niebla,pero en cualquier caso;como toda mierda,es algo que se percibe a kilómetros y es difícil salir de esa espiral.Muy difícil.Y más sin pasar por otra, porque nunca se puede volver a un punto cero.Y algo así debió ocurrirme cuando traslade,de forma inconsciente, todo el chatarraje de trastornos obsesivos compulsivos del campamento a mi casa.
Mi vida comenzó a ser un infierno,a convertirse en una tortura rutinaria.Recuerdo que los primeros días mis padres se quedaron extrañados y a medida que pasaban las semanas comenzaron a observarme los diferentes rituales inconexos,estúpidos y maniáticos que vaticinaba a lo largo del día.
La situación se volvía cada vez más tensa,sobre todo sabiendo que hay alguien observando algo que estas haciendo que no tiene razón o fin en si mismo y que cualquier distracción era un martirio por comenzar de nuevo.
-¿Qué haces?
-...
-¿Porqué estas haciendo eso hijo?
-...
-¿Qué te ocurre?
-¡Déjame!Luego hablo
Y a cada interrupción,vuelta a empezar.A veces llorando de pura desesperación,otras de ansiedad al no poder realizar de manera continuada los t.o.c.s. Se me había ido de las manos,había pasado un verano y estaba absolutamente desbocado,agotado física y mentalmente.Y con apatía por empezar de nuevo otro curso.El único consuelo que me quedaba es que la gente del "Matinal" procedía de otros centros escolares en su mayoría. Lo que no sabía es si iba a poder controlar los impulsos en el aula y las voces que se repetían una y otra vez sobre mi cabeza "-Coloca estos folios treinta veces de forma milimétrica" o "-Ordena estos lapiceros según su tamaño veinte veces,cuando lo hayas hecho podrás descansar"
Pero tampoco era un descanso,sino que luego había un periodo de disconformidad hacía la forma en la que había realizado las cosas,si las había hecho bien,mal.Era otra media hora de reloj,y claro eso te muele el cerebro,a penas me quedaban ganas para hacer nada más.
Hasta que me llevaron a una psicóloga, la primera de una lista que entraría y saldría a lo largo de toda mi vida.Se llamaba Ana. Yo me negaba a ir al hospital rotundamente
-¿Estáis loco?¿Cómo le voy a contar a una persona estas cosas,si apenas os las he contado a vosotros?Y sabéis más por lo que habéis visto,que por lo que os he contado.Va a pensar que soy un demente.
Pero al final,a Ana no pareció sorprenderla nada de lo que le contaba en la primera sesión,cosa que no comprendí hasta unos años más tarde,pasada mi infancia y me di cuenta de había gente que se dedicaba a estudiar este tipo de historias,entonces estaban vacunados de espanto. Empecé a medicarme con fluoxetina en pequeñas cantidades,como así ordeno la psicóloga.
-¿Te ves capaz de afrontar esta situación solo?
-No,y yo quiero volver a como estaba antes no quiero pasarme la vida así. Pero si no lo hago,siento una agonía que me oprime el pecho,acelero la respiración, y empiezo con sudoraciones, lloros.Es una sensación de frustración pero que ya va corriendo en contra mía.
-Vale,pues te voy a mandar un medicamento que te puede venir bien para ayudarte a tranquilizar o a controlar esos momentos en los que pierdes la estabilidad emocional que tenías al principio y que sería la lógica en un niño con tu edad.
-Vale
-A parte nos veremos una vez cada quince días...
Al salir de la consulta,salí con una sensación de cierto alivio de peso,no creía posible que fuese curarme.Pero me había quitado un lastre que se estaba oxidando de tanta llantina de dentro por no poderlo compartir.
Texto: El Hombre Percha.
Todos los sábados un nuevo capítulo
Carallo, para ser un crío qué bien se expresa en ese diálogo. "¿Estáis loco?¿Cómo le voy a contar a una persona estas cosas,si apenas os las he contado a vosotros?Y sabéis más por lo que habéis visto,que por lo que os he contado.Va a pensar que soy un demente". Espero nuevos capítulos :)
ResponderEliminarGracias por echarle un ojo y por tu comentario.Un fuerte abrazo,bicos
ResponderEliminar