Mis padres intentaron probar varias soluciones conmigo,pues a pesar de la medicación y de las charlas con Ana, perduraba el sentimiento de culpabilidad.Era esclavo de los trastornos obsesivos cumpulsivos que había mutado durante mi estancia en el campamento de verano.
Una tarde concertaron cita con un psicólogo de Ciudad Real especialista en niños con problemas. Pero la experiencia no pudo ser más desagradable.
Cuando llegó mi turno de visita,en un primer momento hablo con mis padres y conmigo de forma educada y comprensiva.Hasta que les pidió a mis padres que por favor,nos dejasen solo pues quería hablar conmigo.
Fue entonces cuando el hombre frunció el ceño y digo:
-Mira chaval,estas gilip*lleces que tienes tu en la cabeza, te las vas a quitar ya mismo.Y no te quiero volver a ver por aquí.Le estas jodiend* la vida a tus padres y a mi me estas haciendo perder el tiempo...
Salí llorando de la sala,escupiendo ansiedad por la boca.Deseando marcharme a mi León natal.Durante el trayecto no comente una palabra de lo sucedido a mis padres solo quería vaciar la presión acumulada en mi cabeza, volcar aquel cazo de alguna forma deseando volver a un estado inicial. Todo el trayecto con las mejillas saladas y enrojecidas mirando por la ventana dibujando siluetas en el vaho del coche hasta que finalmente me dormí..
Decidieron que seguiríamos con la primera psicóloga asignada.Yo nunca llegue a contar del todo la conversación que tuve con aquel psicólogo de Ciudad Real,porque quería borrar del mapa cualquier recuerdo o referencia a ese episodio.
El año avanzaba,pero mi estado anímico estaba en un barrizal perdido en el pozo más negro de mi corazón
Pasaba horas y horas haciendo rituales de orden y colocación. Hubo un momento en el que toda mi energía era absorbida,había perdido la ilusión y todos los días eran como el anterior.Solo me sentía libre cuando estaba fuera de casa dónde intentaba callar aquellas voces, huir de todo y no adquirir más hábitos insanos.
Aunque siempre tenías el zumbido de una abeja prisionera rondando por tu cabeza.Pero aún así era el mejor momento del día,cuando salía de mi habitación que se había convertido en una pequeña celda de trastornos y tareas a llevar a cabo durante el día. Intentaba pasar el mayor tiempo posible en la calle destrozandome los pantalones, saltando sobre charcos... Cualquier opción era buena con tal de irme lejos.Incluso, cuando los demás niños de mi barrio acababan de jugar,yo le incitaba para que no se fueran a casa, siempre quería que estuviesen un rato más conmigo con tal de no volver a pisar mi habitación. Y cada minuto que les robaba era un minuto más de libertad para mi.
Al final acabe quedándome solo,cada vez llegaba más tarde a mi casa.Por aquel entonces comencé a sacarme un bloc de dibujo a la calle un lápiz y una goma.Lo que resulto muy liberador para mi,poder plasmar otras realidades en mundos de din a4.Me pasaba los atardeceres dibujando a los insectos del campo,dibujando sus escenarios, imaginando como serían sus vidas.A veces incluso fantaseaba de forma antropomorfica atribuyendo cualidad humanas a los insectos. Eso me hacía volar y escapar a otros rincones pero sin darme cuenta me iba aislando cada vez más y más de las relaciones humanas.
Cuando ya tenia iba estando tupido el bloc, mis padres me aconsejaron que me lo llevase un día a las sesiones con la doctora Ana.Lo cual me parecía una estupidez porque no iba a entender nada. En primer lugar porque ni siquiera estuvo en el momento en el que realicé el dibujo y en segundo lugar porque nuestra perspectiva y forma de ver las cosas era totalmente opuesta.Ella trataba todo de forma muy objetiva y siempre argumentando una explicación, cuando yo era todo lo contrario : abierto de espontaneidad,conmovido, en momentos a punto de estallar...Las emociones cogieron las riendas de mi vida
Texto: El Hombre Percha.
Todos los sábados un nuevo capítulo
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